Cada año más de nueve mil millones de pollos, cerdos y vacas se crían para la alimentación en los EE.UU. La mayoría de ellos pasan sus vidas encerrados en graneros hacinados o confinados en jaulas, incapaces de llevar una vida normal y saludable.
Las granjas de producción intensivas tienden a estar en zonas de alto riesgo de desastres naturales. Esto se debe probablemente a una combinación de factores: el bajo costo de la tierra, la laxitud de las reglamentaciones ambientales o fiscales de la región, la zonificación y las leyes sobre el derecho a la explotación agrícola.
La concentración de granjas y animales significa que cuando ocurren desastres, como durante el huracán Florence hace dos años, millones de animales mueren y resultan heridos.
El cambio climático está aumentando la gravedad y la frecuencia de los desastres. También debemos trabajar para crear una mayor resistencia a las consecuencias de un clima cambiante.
Ciertas zonas de los Estados Unidos corren un mayor riesgo de sufrir desastres como huracanes, tornados, inundaciones, terremotos, incendios forestales, ventiscas u olas de calor extremo. Estas son áreas vulnerables que son completamente inapropiadas para las granjas intensivas de animales.
Los animales confinados en jaulas, como las cerdas, las gallinas ponedoras o los terneros, no pueden escapar. Durante el huracán Florencia, los granjeros industriales eligieron dejar a los animales encerrados para que se ahogaran para cobrar el dinero del seguro.
Estos animales fueron tratados como mercancías, no como los animales sensibles que son.